24/7/08

Cierra los ojos y escucha...

Cierra los ojos y escucha…

Nunca miramos hacia arriba. A veces ni siquiera a nuestro alrededor, y para no volvernos locos observando la masa de seres humanos que nos rodea, elegimos no verla, sin más. En Santiago (y otras capitales del mundo) la gente se tropieza constantemente en las calles porque ya ha excluido la posibilidad de que tantos obstáculos potenciales puedan entorpecer su camino en un solo día. Este optimismo perverso sirve para levantarse todas las mañanas y afrontar la idea de repetir el proceso una vez más. Y esa necesidad de acotar tus propios limites se extiende a todos los demás problemas de la vida en el centro urbano ha de replantearse mentalmente para hacernos mas aceptables. Si tu departamento esta en un edificio roñosote una fea calle no podrás absorber nada de lo que hay hasta que puedas limpiarte los zapatos y cuidar las plantas que tienes en el balcón. De ahí la liberación que nos empeñamos en conseguir yendo de compras, la droga nacional.
Nos vestimos para salir de compras como nos preparamos para salir en una cita importante. Las luces de los escaparates nos llenan de placer y asombro: la ropa, las joyas, el rincón de Hello Kitty con su interminable surtido de cosas “imprescindibles”. Luego la planta electrónica, con sus programas de entretenimiento, sus increíbles televisores, equipos de sonido, videos, juegos y películas cada vez mas pequeños. Tantas maneras de ocupar la mente. Aunque sabemos que somos victimas del consumo, la mayoria de nosotros va de buena gana al matadero de nuestro presupuesto semanal a la menor excusa. Tener la vista siempre ocupada, estar mentalmente anestesiado, aliviar la tensiom. Por eso aguantamos lo que hacemos de hacer en el trabajo, semana tras semana, para poder permitirnos esta borrachera de liberar tensiones. Es algo que no resiste la lógica, y por eso no pensamos en ello, no mucho. El hecho de que estamos juntos en esto, haciendo nuestras compras casi como un todo unificado es en cierto modo tranquilizador. El hecho de que volvamos semana tras semana como grupo también lo es, para los propios grandes almacenes, que son extremadamente sensibles a la menor fluctuación de clientes. Es algo así como una aventura amorosa, con sus tentaciones, seducciones, coqueteos, rechazos, incertidumbre y pasiones renovadas. La imagen que mas prefieren los almacenes es de una pareja fiel, la idea de ir con ellos de la mano hacia el futuro, amantes en una atadura voluntaria de confianza mutua. Somos los quesee ostentamos el poder real, nos dicen de una y mil maneras. Si nos mostramos aun más generosos, ellos prometen que no se cansaran nunca de anticipar nuestros mayores deseos, de divertirnos con lo último de lo último, de realizar nuestras complejas fantasías personales. Ante una propuesta de amor como esta ¿Quién ha de negarse?....Quizás todo es porque nunca miramos hacia arriba…

4 comentarios:

Clauminara dijo...

no miramos hacia arriba, pero tampoco miramos hacia adentro, nos deslumbra la luz del escaparate, porque dentro está obscuro, nos da miedo enfrentarnos con nuestra propia obscuridad, pensamos que el artificio que ilumina el escaparate nos iluminará la vida, pero la decepción es grande cuando vemos que quedamos encandilados y mucho más ciegos que al principio.

Un abrazo.

Armida Leticia dijo...

Yo si miro hacia arriba, cuando el cielo está despejado, miro la luna y las estrellas y los planetas...con el telescopio...¡Los escaparates de las tiendas me gustan!¡Me dejo seducir!

Saludos desde México.

Unknown dijo...

Quizas hemos dejado de mirar. Y lo peor es que todo ese consumo esta arruinando el planeta.

Oskar dijo...

Ohh, tan real para estos dias.
Hace falta mirar en tantas direcciones pero particularmente hacia arriba te guia a las demás.
Un gran saludo.

He pensado en la posibilidad que me des el honor de adornar un texto con tus extraordinarios dibujos.

Me escribis: oskarcastro21@gmail.com