No es extraño cuando les preguntamos sobre alguna cosa a nuestros abuelos y ellos solo nos miran por debajo de las capas de piel de manera profunda, sin siquiera dar sena de escupir alguna respuesta con los labios bien plantados uno sobre otro?, no se detiene el tiempo?, no se escucha un sumbido lejano?, no te descascaras por lo extremos, con miedo, vergüenza, horror e inquietud?. Seré yo la que me derrumbo ante el silencio, o ante la comprenciòn inconsciente de que la respuesta ya estaba dada mucho antes de la pregunta fuera siquiera formulada, ellos son los únicos que se preguntan si es de día o de noche porque comprenden la simplicidad del mundo.
Son un monumento a la humanidad, su fragilidad nos obliga de vez en cuando a volvernos hacia nosotros mismos, para preguntarnos que tiene que ver dicha naturaleza con la nuestra, entonces, ¿que hago yo aquí?, pero la respuesta falta, y llego a la conclusiòn de que hemos llegada a ser extraños a nuestra propia naturaleza. Sus precencias desbordantes de fuerza nos hace poderosos contra nosotros mismos, pues comprendemos que todo complejismo es simple superficialidad.
Expelen una suerte de maleficio que nos atrae y nos inquieta, nos encontramos ante seres que anulan la resistencia de la razón y que hace parecer irracional e incomprensible todo lo que hasta allí formaba parte de nuestra existencia. Hablan un lenguaje que nos parece nuevo, ante el cual es difícil encararse porque es una regresión, el retroceso hacia la vulnerabilidad. En cada uno de los formidables pasos que da el abuelo escucho el sordo canto de la muerte, en la cercanía de esta siento el supremo atractivo de la vida, transformados a conducirnos a sentimientos de una cortesía superior y benévola en nuestras relaciones y que nos confiere mas nobleza que antes. Tomo la vida hasta de una forma mas ligera e ingenuamente espontánea, pues ante el abuelo la considero con mas seriedad.
Solo los abuelos son capaces de llorar junto a nosotros la perdida de una mascota, deleitarse escuchando la respiraciòn de un bebe a través de la linea telefónica, saber degustar la torta de barro y el té compuesto de solo agua y azúcar en pequeñas tazas de plástico.
...Me he percatado, sin escepticismo, que las abuelas tiene bolsos sin fondo...